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Javier Giménez

De la Tierra a la Luna

Nací en 1969, el mismo año en que el ser humano pisó la Luna por primera vez. No sé si por eso, pero desde entonces siempre he tenido la cabeza en otro planeta. Para más señales cósmicas, llegué al mundo un 4 de octubre, el mismo día (aunque no el mismo año) en que el Sputnik dio su primera vuelta a la Tierra. Quizás de ahí venga mi insaciable pasión por los viajes.

Soy el quinto de siete hermanos. Ni el primero ni el último. Un clásico de las alineaciones familiares que te convierte en especialista en llamar la atención. Aprendí pronto que el clavo que sobresale se lleva el martillazo, pero también que con una buena cabeza dura se puede soportar alguno que otro mazazo, algo que sin duda marcó mi futuro.

Mi familia era de lo más normal... en su anormalidad. Un padre marino que me hablaba de icebergs. Una madre ceramista que llora ante cualquier obra de arte (aunque esté en una rotonda). Una abuela que devoraba libros y otra que no tuvo acceso a la cultura pero me enseñó qué es la verdadera inteligencia. Mis hermanos, cada uno a su manera, pero todos de buena manera, formaban una jaula de grillos mágica donde el silencio era una leyenda urbana.

Académicamente fui más de vivir aventuras que de sacar matrículas o incluso aprobados. Renqueando, estudié delineación, quizá más por remordimiento que por vocación, convencido de que algún día sería útil tener un trabajo digno con el que pagar la hipoteca. Spoiler: resultó que no lo fue. Después trabajé de todo un poco, y sin saber muy bien cómo, acabé en la radio. El sonido me enamoró, y así fue como decidí volver a estudiar: esta vez Imagen y Sonido.

Eso me llevó a trabajar en un hospital organizando eventos sanitarios durante 25 años, hasta que un día alguien decidió que lo mío era ser el “puente entre la inteligencia artificial y la parte no asistencial de la sanidad”. Sí, suena tan aburrido como es. Pero es de 8:00 a 15:00, y después de haber dado 56 vueltas al sol, me he dado cuenta de que mi tiempo es solo para cosas importantes: mi mujer, mi hija y mis frikadas.

Y de ahí, quizá, mis libros.

Sobre mí.